sábado, 17 de abril de 2010

Perspectivas Psicológicas y Sociológicas de la Cultura
Ni siquiera la identidad del ambiente cultural y la experiencia social pueden eliminar las variaciones individuales, porque el equipo biológico singular que cada persona posee influye necesariamente en la formación de su personalidad. El hombre no es una tabula rasa sobre la que inscribe sus rasgo de cultura; ni, para cambiar de imagen, es un montón de barro que pueda moldear la sociedad. Su personalidad es producto de la interacción entre su aparato biológico congénito y su experiencia en la cultura y la sociedad.
De ahí que, la antropóloga Ruth Benedict comenta que “ninguna cultura ya estudiada ha sido capaz de borrar las diferencias en los temperamentos de las personas que la componen” las variaciones temperamentales, a su vez, pueden afectar las respuestas individuales del individuo a la cultura dentro la cual ha nacido una persona. La sociedad, y la cultura, por una parte y el individuo y la personalidad por la otra cada uno representa una faceta de la vida humana; cada uno se relaciona y depende del otro. Es por esto, que los individuos no pueden subsistir fuera de la cultura y la sociedad; cada persona es; simultáneamente, un participante en la vida del grupo, un portador de cultura y una personalidad distinta, así como un organismo biológico sensible, en donde los problemas de conducta pueden contextualizarse desde un punto de vista sociológico o psicológico.
Por eso, la conducta humana puede estudiarse en relación con la organización y funcionamiento de la cultura y la sociedad. Ejemplo cuando el esposo le compra un abrigo de piel a su esposa, esto puede considerarse como una acción que produce cierta satisfacción al yo o al que lo compra, (o a su esposo) o como una conducta que contribuye al status de esa persona o de esa familia que vive en la comunidad. Estas dos perspectivas son axiomáticamente la de la psicología y la sociología. Pueden unirse naturalmente en una observación: la (el) comprador debe en parte la satisfacción de su el ego al status que adquiere en la comunidad. Estos sentimientos desempeñan a la vez una función social muy significativa porque su centro de crítica es el individuo y no las instituciones y estructuras sociales que impiden que ciertos grupos logren éxitos.

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